miércoles, marzo 29, 2006

Por ahorrarme el peluquero... quedé como las huifas.

Desde siempre el pelo ha sido un tema en mi vida. No sé qué es mejor, si tener o no (de seguro los pelados la tienen clara).

Recuerdo que cuando estaba como en segundo medio se me ocurrió la brillante idea de cortarme las patillas con una afeitadora en precarias condiciones. El problema es que nunca calculé bien el largo, por lo que tratando de nivelarlas subí y subí por sobre las orejas. Fue tan notorio el look, que un profesor no atendió mis explicaciones y creyó que se trataba de una nueva faceta de mi rebeldía punk o algo así. "No me venga con esa chiva de que fue un accidente", me dijo.

También recuerdo cómo mis compañeros se divertían parafraseando en parte a Kiko del "Chavo del 8", cambiando su característica frase "no me simpatizas" por "no me sin-patillas". Muy gracioso.

El caso es que ayer lo hice de nuevo. Tratando de adelgazar el pelo de la patilla -otra vez-, me realicé un tremendo rebaje que hoy marca una notoria diferencia de dos tonalidades entre el cabello de la parte superior y la zona que crece a los costados de la cabeza. Y eso que la máquina es eléctrica y de buena calidad. Demasiada calidad parece.

Es curioso, pero acá la gente también practica el doble standard, ya que en vez de decirte "¿y qué chucha te hiciste?", sólo atinan a balbucear "nice haircut", como para que el pelota explique que la intención era otra y que la máquina y que el pulso y que la falta de espejo, etc. No faltó tampoco el que me dijo, "por cagao te pasó. Por no pagarle a un peluquero". Mentira no es eso.

Yo tengo muchas creencias. Muchas de ellas me las creo yo no más, pero si hay algo en lo que no creo es en los peluqueros. Y eso es grave ya que en mi familia hay más de uno, incluyendo a mi madre. Diría que a ella la respeto y por lo mismo confieso que en varias oportunidades le pedí que interviniera mi cabeza. Lamentablemente, muchas veces se negó espetando: "Es que nunca te gusta y después me echas la culpa a mí. Si al final tú eres el que me dice lo que quiere".

Volviendo a la teoría. No creo en los peluqueros porque de partida hablan mucho y eso ya me da desconfianza. O sea uno va a cortarse el pelo y al final termina sabiendo un montón de cosas de las que no quería enterarse y revelando otro tanto cúmulo de secretos que irán a parar a otros oídos.

Segundo. Entre tanto bla bla bla, al final uno queda como la mona, pero ni cuenta se da porque como le hablaron tanto lo único que se quiere es escapar del lugar.

Tercero. Si te dejan pa la cagá, la culpa siempre es tuya. Claro, porque empiezan con que eso fue lo que pediste o, peor aún, tu pelo es así y no hay na que hacerle. Es por eso que desde tiempos remotos he preferido "do it by myself". Sure!! Así no se le echa la culpa a nadie.

Es cierto, no siempre el resultado es el mejor, pero por lo menos uno podrá sacárselas con que es la última tendencia en Kuala Lumpur o Burkina Faso. Y al final qué tanto: no han visto a todo esos pendejos que se apermasan el cabello con gel y más encima no se lo lavan.

Yo tendré un corte como las reverendas, pero por lo menos huele a camomilla.

P.D. Ojo que ya se viene el análisis de otro water neoyorkino. Tú también puedes participar enviando una foto del tuyo para ganarte excelentes premios.

No olviden visitar Nuyorker y dejar sus comentarios. Tampoco dejen de ver las fotos que están publicadas en el cuadrito del borde derecho (ese que dice flickr). Para acceder a la galería pinchar las fotitos que se mueven. Sé que es medio complicado el sitio, pero es lo que hay.

martes, marzo 21, 2006

El water (lo peor y mejor de nosotros mismos)


"Dime con quién andas y te diré quién eres". Así reza el viejo proverbio que se utiliza para revelar rasgos de la personalidad de un tercero. Según la antigua lógica, si los amigos son borrachos y delincuentes, quien transa sociedad con sujetos de esa calaña, también comparte dichas costumbres. Por el contrario, pero desde la perspectiva positivista, si los compadres son estudiosos y de buena familia, entonces el individuo que se arrime a tales prospectos pasará de inmediato a la categoría de "buen cabro" o "excelente chiquilla".

Sin embargo, grandes pensadores de la era moderna, como Hermógenes con H, la Doctora Cordero y Pablo Longueira, nos han ayudado a moderar nuestras apreciaciones, que al ser subjetivas, siempre caen en el terreno de la suposición.

Recientes estudios sobre psicología social en las prestigiosas universidades de Camembert y Gruyere, han dado cuenta de que la verdadera personalidad se da a conocer con elementos simples y cotidianos, con gustos, fijaciones particulares y lugares predilectos del sujeto a estudiar.

Es por esto que hemos determinado que el mejor punto de referencia para decir cómo es y qué caracteriza a Sutano o Mengano es EL WATER. Podríamos haber hecho referencia al BAÑO, pero creemos que es un concepto demasiado general y abstracto que debilita lo que queremos exponer.

Cuando nos referimos a El Water, sindicado también como Taza, W.C. o Excusado (aunque en verdad no excusa sino que acusa), queremos hacer mención del artefacto, generalmente de color blanco, en el cual depositamos nuestros desechos biológicos propios de la ingesta alimenticia (no daremos mayores detalles para no caer en el terreno de la Escatología).

A estas alturas muchos se deben estar preguntando, ¿pero cómo vamos a saber la personalidad de una persona si El Water por lo general lo ocupa más de uno? Ahí precisamente está la gracia. No sólo podemos conocer lo que identifica a un individuo; también dilucidaremos rasgos de una familia, de un grupo o una comunidad completa. ¿Y si se trata de un baño público o de algún restorán?, pues bien ahí sabremos tanto de quienes dispusieron del toilette como de aquellos que lo frecuentan.

Para el siguiente estudio nos haremos valer del testimonio fotográfico, siempre desde el mismo ángulo, para proceder a detallar a él o los usuarios del mismo (según sea el caso). Obviamente, también nos haremos valer de todos los elementos que contenga el cuadro, ya que así serán más fáciles de encontrar argumentos válidos.


Baño de arrendatario (ver fotografía que encabeza este texto)

La toma de arriba nos revela:

1. El sujeto es de sexo masculino. Nótese la afeitadora desechable en el borde del lavamanos. Sabemos que no es de sexo femenino, porque las que utilizan las mujeres para rasurarse las piernas siempre son rosadas.

2. El usuario sólo arrienda el resto de la casa-habitación. Colores demasiado impersonales, toalla blanca, papel higiénico idem. Se nota que falta intervención personal pero por un asunto de fuerza mayor: es decir, el tipo no puede cambiar nada del espacio.

3. El sujeto denota cierta inquietud intelectual. Se aprecia un interés por la lectura, ya que cuenta con suficiente material tanto para sus necesidades de pie (revista sobre el estanque) como para aquellas que necesiten de más tiempo (periódicos junto a la taza).

4. La persona se toma su tiempo. Haciendo referencia al punto anterior, nos damos cuenta de que no es de aquellos que se conforma con ocupar el lapso que demore leyendo envases de shampoo o ingredientes del dentrífico. Lo suyo es la cosa relajada y sin distracciones.

5. Espíritu rebelde. Pese al orden impuesto, el tipo se esmera en demarcar su territorio. Esto queda en evidencia con el cepillo que utiliza para limpiar la taza, ya que por su color (naranjo chillón, que desentona con el resto) da cuenta de una constante búsqueda y exposición de diferentes puntos de vista.

6. Hombre joven y vanidoso. La utilización de un cepillo para el cabello nos señala que aún goza de pelo, pero que empieza a preocuparse del tema, de lo contrario sólo existiría una peineta común y silvestre.

7. Llorón o resfriado. De otra manera no se explica la caja de pañuelos sobre el estanque.

8. Soltero y en el extranjero. No se evidencia por ningún lado la presencia femenina (ni siquiera de visita). Aparte del diario (Voice), el tipo cuenta con "Shower Door", por lo que asumimos que se encuentra en algún país de habla inglesa, de lo contrario sólo tendría "Cortina de baño".

Con este post damos paso a una nueva sección en este blog denominada "El water dice todo de tí", donde semanalmente contaremos con un testimonio gráfico para revelar constumbres de algún personaje o una sociedad completa.

Se aceptan otros análisis que complementen el ya expuesto.

martes, marzo 14, 2006

Amores urgentes

En mi televisor se suceden los últimos créditos de "Walk the line", la película sobre la vida de Johnny Cash. No quiero perder el momento. Salto de la cama al teclado y trato de escribir esto. Ordeno las ideas, pero son muchas y varias se me escapan. Sin embargo, permanece esa imagen de June Carter -la mujer de su vida- abrazando al eterno "hombre de negro" en el peor momento de éste: tocando fondo e intentando salir.

En el filme se despliegan algunas facetas del extinto cantante de country, quien a punta de guitarra y letras rebeldes se transformó en la voz de los desafortunados, de los perdedores, de quienes mascan el dolor en silencio. El espejo de los pecadores, de los grandes pecadores.

Cash no fue santo y ni cerca estuvo. De hecho Johnny se hizo de su propio infierno envalentonado por las drogas y el alcohol. Cayó al pozo y vivió en él por largo tiempo hasta que June Carter, la personificación del amor incondicional, cedió a ese sentimiento culposo que ambos compartían y decidió levantarlo.

Desde que escucho a Johnny Cash pienso que en estos tiempos él hubiera sido punk; igual vestido de negro, empuñando su instrumento y exudando desfachatez. Una especie de Sid Vicious -pero con talento- y una novia como la que tuvo el bajista de los Sex Pistols. Por suerte la unión de Cash y Carter fue menos tóxica que la de Sid y Nancy.

-"Dime que no me quieres", le dice un drogado Johnny a June mientras la mira de reojo en la cama.

-"No te quiero", le responde ella, mientras en sus ojos se transparenta la verdad de ese sentimiento que quema, quema y quema.

Cash sufrió tormentos desde la pérdida de un hermano durante la niñez y su padre se encargó de mortificarlo aún más culpándolo del hecho. Sólo June fue capaz de curar esa herida, aceptando estar junto a él pese a que seguía casado con su primera esposa.

June Carter, la mejor amiga que tuvo el vaquero fúnebre, la única que se conectó con su sensibilidad de artista, lo amó y acompañó sobre el escenario durante más de tres décadas. Nunca más pudieron separarse, ni siquiera después de la muerte. En el 2003 ella dejó este mundo y meses despúes él la siguió. Johnny no soportó ser "The Solitary Man" y la fue a buscar.

Para indagar más, leer este artículo de Marisol García.

lunes, marzo 13, 2006

Orgullo nacional

Lo ví en todos los diarios electrónicos nacionales, en otros internacionales y en el New York Times: el cambio de mando en Chile fue noticia, y no cualquiera... una importante.

Nunca pertenecí a ningún partido. Cuando chico eso sí, me dejé influenciar y más de alguna vez tiré panfletos y pinté murales. Claro que en ese entonces el enemigo era claro y todos tirábamos para el mismo lado.

Luego vinieron los gobiernos de Aylwin y Frei, con los cuales recién empecé a entender de qué diablos se trataba la añorada democracia, esa de la que me hablaron mis mayores y que sinceramente yo no sentía como propia.

Con Lagos la cosa cambió, porque desde el momento en que enarboló su famoso dedo en televisión (un gesto de fuerza y valentía aún en los años del terror), supe que ese era el hombre que en algún momento llevaría las riendas de mi país y terminaría con la transición.

Soy profundamente chileno y no es algo que me nace ahora porque estoy fuera del terruño. Siempre lo he sentido. Me tatuaría mi bandera si no le tuviera miedo a las agujas. Se me hincha el pecho cada vez que un gringo me habla de las bondades que sabe o conoce de mi tierra y sufro cuando leo que algún descerebrado lanzó una piedra a un auto que se desplazaba por la carretera.

Sé que Lagos es un hombre sensible, que trató de trazar un camino no por dejar huella en los libros de historia, sino por mejorar la calidad de vida -de la señora Juanita, como ejemplificó tantas veces- y hacer de Chile un lugar para criar hijos y morir en paz. Tuvo caídas y generó algunas desiluciones, pero sin duda el balance es positivo.

Hoy el timón está en manos de una mujer. De una mamá, como la mía (¡y pucha que se parece!), como la tuya, como la de todos. Una mujer que se tuvo que bancar las penas del infierno y que tendrá que soportar otras tantas batallas.

Chile, un país tildado de conservador, cartucho y atrasado en varios aspectos, se atrevió a cambiar, a torcerle la mano a los incrédulos y pesimistas, a innovar y darse una nueva oportunidad. Una decisión jugada.

Este hito en la historia de mi país, el mismo del que muchos mal nacidos reniegan, me hace sentir orgulloso y digno de pertenecer a él.

Como tantas veces he comentado, me encanta Times Square, sus luces y el despliegue tecnológico, pero me conformo con la pantalla gigante del paseo Ahumada.

Encuentro la raja el East Village de Manhattan, pero igual añoro las picadas en Bellavista y las cervezas de luca en el barrio Brasil.

Es cierto, acá puedo encontrar toda la música que quiera y ver a los grupos más increíbles. Sin embargo, nada se compara a la noche de ese Monster of Rock de 1995 con Paradise Lost, Faith No More y Ozzy Osbourne en el Caupolicán.

Porque amo a Chile, a mi ciudad y creo en la buena voluntad de mis compatriotas, volveré... algún día volveré. ¡¡¡VIVA CHILE, MIER...!!!