lunes, octubre 24, 2005

Trivia metalera: conocimientos que no le sirven a "nadien"

Hoy mientras veíamos un DVD de Iron Maiden, le relaté a mi hermano algunas curiosidades que sabía sobre el material en cuestión. Como se trataba del Rock in Rio, recordé que la presentación grabada ante más de 250 mil personas se realizó cuatro días después del recital de Santiago (15 de enero de 2001), el mismo donde se tuvo que repetir la introducción y en el que el sonido falló durante los primeros 20 minutos. Además en esa gira -Brave New World- sólo en Chile y Brasil cantaron el hit "Run to the hills".

En ese mismo concierto se presentó como telonero Rob Halford, el retornado vocalista de Judas Priest, pero que en ese entonces estaba promocionando su álbum solista Resurrection. Fue tanta la buena vibra que recibió el pelado -y gay, como lo posteó Álvarez- que la carátula de su disco Live Insurrection es justamente una toma de Chile, con emblema patrio incluido.

También le conté a Mauro que Iron Maiden podría haberse presentado cinco veces en Santiago y no tres como se contabiliza hasta la fecha. Y claro, en 1992 el verdadero hijo de Satanás, el cardenal Jorge Medina, levantó la voz contra la banda por considerar que su mensaje era demoniaco e hizo fracasar su show en la Estación Mapocho. El otro acto fallido fue en 1998, para la tercera versión del Monsters Of Rock, año en el que Augusto "Gato de Campo" Pinochet se encontraba detenido en Londres, razón por la que el consulado británico le recomendó a la agrupación no viajar ante posibles represalias. Lo bueno fue que en su lugar hizo su debut en el país otro grupete largamente esperado: Anthrax, baluarte del thrash mundial y de quienes soy devoto (incluso acá en los States me hice miembro del fans club).

Fin del DVD y un montón de otros datos curiosos sobre el rock burbujean en mi mente. Por ejemplo, recuerdo que en 1991 se presentó Faith No More en el Festival de Viña del Mar, episodio que me marcó y que desembocó en mi gusto por la música. Fueron dos noches consecutivas de regocijo para el puñado de nóveles metaleros que tuvo el buen ojo de asistir y también de espanto para las abuelitas acostumbradas a Emmanuel, Yuri y ese tipo de artistas. Claro que la segunda jornada comenzaron suavecito con el cover de The Commodores "Easy" para luego despacharse el set más alternativo de su disco The Real Thing. Fue en dicha oportunidad cuando Mike Patton lució la corbata con rayas rojas y amarillas que le regaló Alberto Fuguet luego de una entrevista para el Wikén.

¿Otra pildorita? Bueno. En el primer Monsters Of Rock, por allá por 1994, se presentaron en la Estación Mapocho las bandas Kiss (antes de volver al maquillaje), Black Sabbath (con Tony Martin en la voz) y Slayer, sin dudas el grupo más esperado por los amantes del buen wattaje, ya que su vocalista, Tom Araya, nació en... Chilito. Y así fue recibido; como un hijo pródigo. Todavía no se me olvida la cara de cabro chico que tenía ese hombre al ver cómo miles de metalheads coreaban en perfecto inglés el emblemático corte Angel Of Death (del disco Reign In Blood de 1986). De hecho en el booklet que se adjunta con el reciente box set Soundtrack To The Apocalypse, Araya señala que uno de los momentos más importantes de su carrera es el haber tocado por primera vez en Chile. "Fui recibido como un héroe", apunta.

¡Qué lesera! ese tipo de cosas hasta podría recitarlas, pero pregúntenme sobre la tabla periódica de los elementos, de literatura clásica, del nombre de los huesos del cuerpo o de algunos procesos históricos; de aquello no tengo ni idea. ¿Por qué será que uno atesora un montón de información poco relevante y olvida eso que con esmero enseñaron decenas de maestros?

Pero lo peor no es saber trivialidades, sino que saber trivialidades del heavy metal, algo muy menor y que ni siquiera sirve para engrupir féminas o dárselas de chori en alguna fiesta. Si sabes trivia de fútbol vale, del mundo animal también, del origen de las palabras mejor todavía, ¿PERO DE ROCK? anda a echarte Tanax. Si ni siquiera en la Carrera del Saber -ese juego de Otto Krauss- se puede ser competente con tan inutil bolsa de conocimientos.

Sin embargo, lo bueno de cultivar el gusto por bandas con nombres tan estrambóticos como Dimmu Borgir, Candlemass, Vintersorg, Arcturus, Aeternus, Agalloch, etc. es que en Nueva York puedo encontrar discos, poleras, revistas y hasta calzoncillos con los logos estampados (y no es chiste). Además de que todas las semanas hay por lo menos dos conciertos de mis artistas favoritos. Y ahí soy el más feliz de la tierra. Qué se le va a hacer.

lunes, octubre 17, 2005

Mi novia era un oso

Acostumbrado a nombrar a las personas según su género, me empeñaba en decirle "la osa", pero no: era "el oso". Así le decían sus hermanos y así se quedó. Entre juegos fraternos de antaño Pablo pasó a ser "Chino" y Anita María, "Cuca" o "Perro". Marce era "el oso", "un oso", "osezno", "ursus pardus" y muchos otros divertidos apodos que se sumaron con el tiempo.

La primera vez que la enfrenté fue tan seca como solía ser con cualquier desconocido. Yo era el nuevo del diario. Llegué con terno y corbata a mi primer día de práctica, pero nadie sabía, así es que me fui al cine. Al día siguiente, una vez presentado por el editor, me senté detrás de su puesto de trabajo y durante varios meses me odió. Estaba obligado a preguntarle todo respecto a la mecánica del trabajo y como era lentito para aprender a la segunda semana ya le tenía miedo. "A la próxima me muerde", decía para mis adentros.

Por suerte de a poco me fui ganando su atención, su amistad y su cariño. Además trabajábamos en un medio que -tal como dijo Álvarez- era como estar en el colegio, así es que el proceso fue mucho más fácil. Al menos ocho personas todavía se recuerdan de esa vez que jugamos al celular giratorio en medio de una fiesta de la empresa. ¡Qué tiempos aquellos!

Fue justamente en un jolgorio del diario en el que sellamos nuestro compromiso, el que se extendió por dos años. Cuando empezamos sólo era Marce, la chiquitita nariz de punto, la boquita de botón, la que se parecía a Björk, la que se enojaba con facilidad, la que amaba la fotografía por sobre todas las cosas. Después supe que era el oso.

Cuando lo asumí, la visión del mundo que compartíamos cambió totalmente. Es decir, podría haber sido un conejo, una ardilla, hasta un ornitorrinco (como tantas veces yo he querido ser), pero no: era un oso, pero no cualquiera, era mi oso.

Siempre quise comprarle un trajecito que completara el cuadro, pero me demoré demasiado. A veces me reía -y todavía me río- de sólo imaginármela vestida así, con dos orejitas redondas y una colita.

Marce también fue el Oso Dee Dee -sí, como el bajista de los Ramones- debido a uno de los tantos cortes de pelo fashion que se practicó durante nuestro periplo. Claro que después mutó a Oso Didiberto, para finalmente quedar en Kikiberto o Kiki, un sinónimo de muchas actitudes y comportamientos nuestros y de los más cercanos.

El oso me bañó con su ternura y amor incondicional. Me sorprendió con sus palabras en perfecto alemán, idioma que se resistía a practicar, y también me paseó en esa motoneta que provocaba que mis vecinas se asomaran a la ventana. Me regaló abrazos y lágrimas. Siempre supo qué obsequiarme para el cumpleaños y me ofreció todo su universo en bandeja. Amé su entorno, a su familia, a sus hermanos y a sus amigos (sobre todo a Norberto y Jenny). También me hizo sentir orgulloso de sus fotos y del premio que obtuvo gracias a una de sus instantáneas, aunque Morales -ex pololo y mi "chancho amigo", como lo denominó el hijo de la Xime- fuera el encargado de sacarle el jugo a esa camarita de video.

Pero no sólo la Marce tenía su alter ego animal. Yo era el gato, gati, el felino y todas mis cosas y conocidos eran bautizados con palabras derivadas de los mismos juegos que a menudo invetábamos. Por ejemplo mi papá era Ismaelinus Kikus y mi auto Felinus Móvil, cosas así.

Con el oso también viajé y gracias a su buen humor y a un Tetris de luca pude soportar las 48 horas que había que sufrir arriba de un bus hasta Florianópolis. En el regreso también fue mi gran apoyo.

Yo quise mucho al oso y lo seguí queriendo después cuando la relación cambió. Continuamos trabajando en el mismo diario y compartiendo nuestra desasón por la tarea que realizábamos. Vivimos juntos nuestro alejamiento de la empresa y lloramos abrazados la pena inicial que eso nos provocó.

Hoy estamos a miles de kilómetros de distancia y cada vez que me comunico con ella no puedo evitar emocionarme. Muchos lugares de esta ciudad tienen su toque mágico y tantos colores como esa caja de collares en la que ya no cabía ni un alfiler.

Ahora tomo fotos con la cámara que el oso me vendió cuando todavía no éramos nada, la misma que tiene ese estuche Minolta que fue adquirido detrás del desaparecido World Trade Center durante un viaje familiar.

Muchas cosas me recuerdan al oso, tanto así que cuando fui al Bronx Zoo no pude evitar buscar a sus parientes y reirme. Reirme de cómo me es imposible mirar a uno de esos animales sin asociarla de inmediato.

En Santiago quedaron las tarjetas que me dedicó, las entradas al cine que ocupamos y esos boletos de la única ópera a la que he ido en mi vida y a la que me invitó el oso, obviamente. Para acá me traje su cariño, sus visiones sobre la Gran Manzana y esa sensibilidad que compartimos.

Muchas gracias por todo osito. Que seas muy feliz en tu nueva vida. Un beso a mi perro Presunto.

lunes, octubre 10, 2005

Hoy no hay ALERTA... mañana sí

En el capítulo anterior el gato temerario viajaba a Manhattan para reportear en vivo y en directo las alternativas de lo que se había anunciado como un posible atentado terrorista. Gallardo él, se internó en los vericuetos de la selva de cemento para verificar que la seguridad era absoluta y que la población no corría mayores riesgos. Sin embargo, en la ciudad todo seguía el curso normal. Más allá de unos cuantos policías y presentadores de televisión (distintas versiones de Ken, pero de carne y hueso) en el acceso principal de la Penn Station, la gente circulaba de lo más que hay.

Triste el gato Félix por ver truncada su misión, no perdió el tiempo y se fue a pasar el fin de semana a otro pueblo (Port Chester), totalmente alejado de los medios de prensa. Claro que antes procuró saciarse de rock en el B.B. King donde se presentó Meshuggah, The Haunted y otras rarezas del mundo del espectáculo under.

Canal Blog TV, en exclusiva para todos los amiguitos blogueros, da a conocer una entrevista realizada a nuestro héroe y que será repoducida íntegramente a continuación. Los que posean Canal Blog Premium también pueden acceder al menú interactivo apretando la tecla roja del control remoto.



-¿Y qué pasó gato Félix? Nos dejastes a todos más tiritones que canasto de guatitas. O sea, le pusistes tanto color que hasta mamá gato llamó a la estación televisiva para que intercediéramos y no te dejáramos ir a la city...

Roconozco que fue una exageración de mi parte, pero es que mi alma de pillodista a veces me juega malas pasadas. Soy tan valiente que me expongo para conseguir la noticia. Por eso traté de darle emoción al asunto, de ponerle color como tú dices, pero no fue suficiente para alterar la realidad. Es que me contaminé de los noticieros hispanos que aparte de sensacionalistas son... súper sensacionalistas.

-Efectivamente se decretó alerta naranja por temor a un atentado, pero ayer se dijo que todo fue algo así como una broma proveniente de una fuente iraquí. ¿Cómo te sientes después de este desaguisado?

No me queda otra que tomármela con humor. O sea tampoco me puedo deprimir. En todo caso aproveché el viernes para ir a un recital y pasar el mal rato.

-¿Qué piensas ahora de la seguridad en Nueva York?

(Adoptando un tono serio) Mira aunque cueste creerlo aquí las cosas también están pegadas con moco. O sea por más seguridad que haya, una bomba es una bomba. La inteligencia de este país es la que debería ponerse las pilitas. El que quedó más mal parado en todo caso fue el alcalde Bloomberg, quien se las dio de paladín y ahora su credibilidad se vino al suelo. Y más encima en período electoral.

-¿Vas a seguir arriesgando tu pelaje por informar?

Es que yo no lo puedo evitar. Nací con esto, siendo el único de mis 9 hermanos gatitos que creció maullando las copuchas desde los tejados allá en Chile.

-Cambiando el tema, te quería preguntar por tu vida sentimental. Tú sabes que por falta de presupuesto tenemos que aprovechar cualquier oportunidad para darle material a nuestro programa de farándula L.I.A.Q.L.I. (Le importe a quien le importe).

Mira sobre eso no quiero hablar. O sea, que invite a comer pescadito a Sutana o Mengana creo que eso al público no le interesa.

-Perdona que sea tan insistente, pero no nos puedes decir si es verdad que antes de Vicuña tu estuviste con Pampita...

Eso ya es pasado. Algo hubo, pero fue poquito. En todo caso ahora estoy más guacho que un zapato del Hogar de Cristo. Tal como me recomendó un amigo, que también vive en el extranjero, parece que me voy a tener que sacrificar: hay que tomar aguardiente de esa que quema entes de probar el Ron Pampero (su auspiciador).

-A todo esto tengo un encargo de tu mamá, con todo respeto. (El entrevistador toma vuelo y le planta tremenda PLR al gato Félix, quien se eleva al menos 10 centímetros del piso). Eso fue por tenerla nerviosa todo el fin de semana.

¡Auch! Te fuiste al pig, was too much (gato Félix ya no recuerda algunas palabras en español)

-Bueno queridos televidentes y cibernautas esa fue la entrevista en exclusiva con nuestro héroe felino. Espero la hayan disfrutado tanto como yo. Soy Rigoberto Ampuero Reissenegger desde NY. Adelante estudios.

viernes, octubre 07, 2005

¡ALERTA NARANJA!

Estoy en Manhattan. Hay alerta naranja en la Gran Manzana. El subway está lleno de efectivos de seguridad que reaccionan ante cualquier anomalía. Se teme lo peor. Vengo como testigo, por si algo pasa. Siento la adrenalina, una tensión que crece con el paso de las horas.

Según las autoridades, existe una amenaza terrorista "específica" y "concreta", incluso se ha hablado de que una eventual bomba estaría en un coche de bebé. Quién sabe.

Mi visita tenía otro propósito, pero ahora me veo cumpliendo una misión, un deber: informar.

La gente se mira con desconfianza. Todos son sopechosos, yo me siento un sospechoso. Hoy más que nunca la campaña estampada en los vagones del metro cobra relevancia. "If you see something, say something". Paquetes, bolsos y maletines permanecen bajo la estricta mirada de la NYPD.

Así y todo esta selva no se detiene... y yo tampoco.

sábado, octubre 01, 2005

LO CONFIESO: Fui el chico Polaroid de Mundo Mágico

Esto pasó hace muchos, pero muchos años. Tal vez siete u ocho. Estamos hablando de cuando ese parque infantil llamado Mundo Mágico con su "Chile en Miniatura" todavía llamaba la atención y era uno de los paseos familiares obligados si se tenían niños pequeños. Afinando la memoria recuerdo que fue un 9 de agosto, domingo, la única fecha en que la empresa salvaba la plata, según supe después.

La cuestión es que Fernando -un amigo que me hice en el preuniversitario- me incluyó en un pituto para trabajar aquel Día del Niño en el recinto señalado. Y claro, su hermana Claudia era la jefa por lo que la pega estaba asegurada.

¡Ya pos! dije yo. Me parece que pagaban 5000 mil piticlines, lo que no era mucho en ese tiempo, pero para un estudiante desempleado significaba por lo menos un par de días recorriendo Santiago en transporte de lujo (micro + metro), con su completo y algunas chelas* (*cervezas para los extranjeros).

Fue así como lleno de entusiasmo tomé el colectivo que me llevaría a Estación Central y luego la micro que aterrizaba en Pajaritos. Era temprano, tipo 8:30 o 9:00. Me presenté, saludé a la hermana de Fernando -la autoridad máxima- y me designaron la tarea.

-Tú vas a ser el fotógrafo. Toma esta Polaroid. Las cachai ¿cierto? Bueno lo que tenís que hacer es ofrecerle a las personas una foto por luca (1000 pesos). Trata de seguir a los personajes que se van a estar paseando por el parque y cuando veai a una familia con cabros chicos le metís a los monos (personajes) pa' que se retraten. ¿Entendido?

- Fácil, pensé.

Lo mejor de todo no era sólo la cámara, que en sí ya era un símbolo de autoridad, o sea yo era EL FOTÓGRAFO DE MUNDO MÁGICO EN EL DÍA DEL NIÑO, sino el atuendo que me pasaron: un delantal blanco, impoluto, con su respectivo logo Polaroid -mi sponsor- y un jockey al tono. También me facilitaron un bolsito negro, de esos que se venden con billetera y monedero, para guardar la recaudación.

Y así salí. Con el mejor uniforme que nunca antes había tenido en mi vida. Muy distinguido, con el peso de la responsabilidad fotográfica sobre mis hombros. Me paseé por todo el recinto, llegué hasta la puerta saludando al hermano chico del Fernando, a la hermana del medio del Fernando, a unos amigos del Fernando y a todo el clan Soto Silva. Estuve harto rato así, sin que pasara mucho.

De repente el espacio-tiempo empezó a cambiar. Todas esas personas que vi llegar con jeans y zapatillas, adquirieron la identidad de quienes representaban. Incluso dejaban de llamarse Patricia, Alejandro o Miguel. Ahora eran denominados como el "pirata", la "muñeca", la "princesa", "capitán Garfio"... Pero obvio, si me encontraba en Mundo Mágico, la tierra de los niños, de la fantasía y donde los sueños se hacían realidad, al menos esa era la pomada.

Mi debut como fotógrafo coincidió también con un evento que muchos de los que hoy bordean la treintena no olvidarán. La tía Paula, mujer poco agraciada, chillona y que era el rostro del espectáculo musical del parque (Tía Paula y los Mágicos del Ritmo), era reemplazada por la bella Carol Kresse, MagiCarol, que se hizo conocida en televisión por animar otros espacios infantiles y también ser "rostro" de esos concursos mulas de Red TV.

Tipo mediodía empezó la acción. La gente me buscaba para que les sacara fotos con los muñecos, con alguna miniatura, con el Oso Willy, con el Ganzo Quincy, Gauss o Pitagoritas. No daba abasto. Me tenían loco. Cuando eran como las 4 de la tarde el bolsito ya estaba lleno de monedas y billetes. Lo que más complicaba era cambiarle el cartucho a la maldita cámara y más encima con una familia en pose esperándome.

No sé si recibí algún tipo de instrucción durante el día, pero tenía claro que mi misión era enfocar, pulsar el disparador, entregar la foto y apretar cachete. La consigna: "no importa si el mono sale movido, no se repiten las fotos". Y así lo hice. Si producto de mi nerviosismo la imagen quedaba borrosa, sólo atinaba a decir: "agítela un rato y ya verá que se aclara". Mientras me alejaba sentía como si hubiera estafado a alguien. Después de varios minutos los incautos seguían meneando el cuadrado plástico. Gajes del oficio

Pasaban las horas y yo seguía posesionado de mi rol. Era como el administrador de mi propio negocio. Recibía billetes y daba vuelto, ocupando en el proceso mis precarias habilidades matemáticas. Era casi un empresario. Un doctor de la fotografía, si tomamos en cuenta el color de la indumentaria.

Lo más surrealista de todo era sin duda el comportamiento de los actores que hacían de piratas. Esos tipos sí que se divertían. Ellos eran el negocio. Los papás no podían evitar la tentación de que sus cabros se inmortalizaran con ellos. Había uno sobre todo que actuaba todo el rato como un desquiciado, poniéndoles su espada de mentira en el cuello a los niños antes de que sacara la foto y sin que nadie se diera cuenta. Era un acto de complicidad. Yo contaba uno, dos, tres y el filibustero rápidamente adoptaba otra pose.

No sólo eso. También conversaban de cosas de piratas mientras estaban solos en un rincón. Yo no lo podía entender. "Tenemos que ocultar el tesoro en la isla, claro que sí. Vamos a prepararnos que ahí viene un barco...", los escuchaba decir cuando me les acercaba para otra polaroid.

Al final de la jornada un italiano cedido por la -en ese entonces- polola de Fernando, calmó las tripas. Luego el pago y pa la casa. Todo volvía a la normalidad, todos humanos otra vez. Las muñecas en verdad eran escolares de media; la princesa, una estudiante de secretariado; el pirata loco no tenía el pelo largo, pero probablemente igual le faltaba un tornillo.

Devolví mi atuendo y mi herramienta de trabajo. La magia se había terminado. De nuevo un simple veinteañero.

De pronto se abre una puerta de golpe en el sector donde estaban las oficinas. Era un pasillo largo y todos los que nos retirábamos lo hacíamos por ese pasadizo. Un hombre de baja estatura, el enano que se disfrazaba de Pitagoritas, salía furibundo y maldiciendo con la mitad de abajo de su traje, o sea con las patas y la cola de pato. Detrás de él una señora le gritaba "Patito, ven para acá... regresa". Caras de asombro e interrogación. Una escena digna de Tim Burton.

Al parecer para algunos la fantasía no se limitaba sólo a ese día o a esa noche. Ellos eran parte de ese mundo sicodélico y colorinche. Su propio mundo mágico.

P.D. Gracias Claudia por inspirar esta historia. Saludos al resto del clan Soto. A Carmen Gloria la vi antes de venirme, pero nunca supo.