Me acordé de vivir...
"De tanto correr por la vida sin freno... Me olvidé que la vida se vive un momento... De tanto querer ser en todo el primero... Me olvidé de vivir los detalles pequeños..." Así reza la primera estrofa de esa famosa canción interpretada por mi más reciente gurú: Julito Iglesias.
Por años me vi imposibilitado de apreciar el arte de este grande de la música, en parte debido a que a mi madre nunca le gustó. Ella alucinaba con José Luis Rodríguez y donde cabe un ídolo no caben dos.
La cuestión es que ayer mientras lavaba los platos del último almuerzo viviendo en casa de mi hermano (me mudé a unas dependencias del trabajo), sin querer empezó a sonar "Me olvidé de vivir". Entre detergente y platos; entre esponja y espuma tuve la revelación: Julito alguna vez también supo de eso, tal como yo lo sentí tiempo atrás. Mientras la vida se le presentaba hermosa y prometedora, al hombre de las 3 mil mujeres se le olvidó vivir. (N.del R. Según datos estadísticos entregados por Iglesias, él tuvo romances con más de 3 mil féminas. Puede ser grupo, pero yo le creo).
Cuando recién llegué a este país, todo era energía y positivismo. Luego las nebulosas se hicieron cada vez más espesas y vino el bajón. Mi brother me repetía que las oportunidades se presentarían más temprano que tarde, pero yo dudé. Dudé tanto que no podía ver más allá de la noche que caería sin remedio. Tal como Julio, yo también me olvidé de vivir. Y eso que el panorama no era tan desolador.
Ahora me acordé de vivir. Con altos y bajos, me acordé de que la vida es un juego. Ganando, perdiendo, enfermos, felices, como sea. Nuevamente logro abstraerme de esas limitaciones que nos entrampan, de las ambiciones, de las expectativas, del maldito futuro, todo aquello que muchas veces ni siquiera tiene que ver con quienes somos.
"De tanto cantarle al amor y la vida... Me quede sin amor una noche de un día... De tanto jugar con quien yo más quería... Perdí sin querer lo mejor que tenía". Julio no pudo cantarlo mejor porque es algo que pasa todos los días. Quien haya terminado con esa polola que en el fondo era perfecta lo sabe. Algo como lo que me escribió Patricio el otro día: "UNO SIEMPRE ANDA BUSCÁNDOLE EL HEROÍSMO A LA VIDA", la quinta pata al gato (y ojo que yo sé de gatos).
¿Por qué nos empeñamos en la tragedia? Mi padre me comentó alguna vez que en sus años ese sentimiento no era tan popular. ¿Será algo de los nuevos tiempos?
Prometo que mañana también me acordaré de vivir. Comeré pasas si es necesario. Miraré por mi ventana nueva y daré gracias por la buena fortuna. También prometo que en las disquerías buscaré los grandes éxitos de Julio Iglesias, quien a estas alturas ya vendría siendo una verdadera catedral de la música en español.
Vale Julito.
P.D. Con toda la buena onda dedico este texto a mi ex compañera y amiga Anita Zúñiga, quien cada vez que puede se encarga de promocionar este espacio entre su gente. Fuerza Anita, ya pronto pasará. Aunque quede el dolor.